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01/08/2024

“Salvajes” se plantea como una reflexión sobre violencia y desigualdad social

Fuente: telam

La nueva película del director cordobés Rodrigo Guerrero está inspirada en una experiencia familiar de inseguridad. “Hay un entramado social donde todos somos víctimas y victimarios”, afirma

>¿Qué serías capaz de hacer para proteger a tu familia de un peligro? ¿Cuáles son los límites de la justicia por mano propia? Estos son algunas de las premisas que plantea la nueva ficción Salvajes, dirigida por Rodrigo Guerrero, que se estrena esta semana. Este filme, que cuenta con el apoyo del INCAA, Polo Audiovisual de la Provincia de Córdoba y Mendoza Audiovisual, ofrece una poderosa reflexión sobre la violencia social y la desigualdad en Argentina.

El elenco también cuenta con la participación de Jonatan Toledo, Juan Carlos Romero, Tania Casciani y Edgardo Moreira. La compleja narrativa, basada en un guión que fue parte de la selección oficial del Concurso de Guiones Inéditos del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana 2017, y seleccionado para participar en el Taller Internacional de Guion del X Bolivia Lab en 2018, examina la tensa intersección entre diferentes universos sociales.

Rodrigo Guerrero, nacido en Córdoba en 1982, es licenciado en Cine y TV por la Universidad Nacional de Córdoba y posee una maestría en Creación de Guiones Audiovisuales por la Universidad Internacional de La Rioja en España. Entre sus trabajos previos se encuentran El invierno de los raros (2011), El tercero (2014), Venezia”(2019) y Siete perros (2022). Salvajes, según Guerrero, se inspira en una experiencia personal: “Vivo en Córdoba, Argentina, un país en donde las cifras relativas a la violencia social crecen a diario y asustan”.

En la noche que inspiró la historia, Guerrero y su familia fueron asaltados por cuatro jóvenes armados que, a pesar de la situación violenta, dejaron una marca particular en su memoria. Guerrero relata que uno de los asaltantes mostró una especial consideración hacia su madre, asegurándose de que no tuviera frío y llamándola “doñita” con respeto: “La proximidad de ese joven en ese contexto de violencia y usurpación me permitió, sin justificar sus actos, no llegar a guardarle resentimiento”, afirma el director.

“Sonia y Arturo viven en una casa de apariencia segura, pero demasiado grande y silenciosa”, así comienza la historia de Salvajes, donde los eventos desencadenan la exploración de las raíces de la violencia y la desigualdad. Guerrero, al reflexionar sobre la juventud que opta por la delincuencia, dice: “¿Qué decisiones de vida pueden tomar las personas que han nacido casi sin nada y que tienen pocas posibilidades reales de progresar?”

Guerrero destaca que, a pesar de las experiencias traumáticas, siempre buscó entender el contexto de sus agresores, intentando no caer en el resentimiento sino en el análisis profundo y empático de las causas que llevan a la violencia. En diálogo con Infobae Cultura, Guerrero reafirma su compromiso con un cine que no solo entretiene sino que también cuestiona y desafía al espectador a reflexionar sobre su entorno y su sociedad.

—En aquella época vivía con mis padres y una noche cuatro jóvenes armados nos asaltaron. Nos ataron con cables de electrodomésticos y yo tuve que quedarme en la misma habitación que mi madre. Lo extraño fue que uno de los asaltantes, el que estaba encargado de vigilarnos, era sorprendentemente amable con mi madre, le preguntaba si necesitaba algo y la tranquilizaba, a pesar del contexto hostil. Esa amabilidad en una situación tan temerosa me impactó y, aunque la película final no reproduce exactamente esa experiencia, sí sirvió de inspiración para desarrollar la historia.

—¿Cómo retrataste las realidades de las personas de clase alta y las de clases más humildes que viven en el mismo barrio en tu película?

—¿Por qué decidiste que las víctimas terminen convirtiéndose en victimarios?

—Quería explorar cómo el sector de clase acomodada puede transformarse monstruosamente. Este cambio simboliza la idea de no reconocer al otro como una amenaza, pero cuando el otro se convierte en uno de nosotros, se integra en nuestro entorno y en nuestra percepción. Este enfoque tiene un trasfondo psicológico y de terror, ya que lo que hacen los personajes es realmente extremo y revelador. La transformación subraya cómo, al enfrentar el peligro, las víctimas pueden adoptar características de los victimarios, reflejando un ciclo de violencia y cambio en su percepción del otro.

Siete perros y Salvajes se hicieron casi al mismo tiempo, con una ganando un concurso del INCAA en 2007 y la otra en 2008, por lo que están muy cercanas en el tiempo. Sin embargo, esta nueva película tomó unos seis años en completarse, mucho más que las anteriores. El desafío de trabajar con elementos de género y violencia fue enorme para mí, ya que mis películas previas eran más situacionales e intimistas, centradas en la soledad de los personajes. Esta vez, exploré efectos y técnicas diferentes, buscando avanzar y experimentar con algo nuevo.

—La película se estrenó antes en Chile? ¿Cómo fue esa experiencia, especialmente considerando las marcadas diferencias sociales en el país? ¿Cómo fue recibida la película allí?

—¿Cómo ves la actualidad del cine en Argentina, especialmente en Córdoba? ¿Siguen existiendo apoyos a las producciones locales como antes?

—La situación del cine argentino es bastante preocupante. Córdoba, que se convirtió en un importante polo de producción tras años de apoyo gubernamental a la industria audiovisual, está viendo una drástica disminución en la actividad. Desde hace un tiempo, las decisiones políticas y cambios en el INCAA han afectado negativamente al sector, y este año se está produciendo prácticamente nada en Córdoba. La mayoría de las actividades actuales se centran en la postproducción de proyectos anteriores, sin perspectivas claras de nuevos rodajes en el corto plazo.

Fuente: telam

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