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04/09/2024

Esther Cross : “Frankenstein es el monstruo más fuerte, el que atraviesa generaciones, no pudieron derrotarlo”

Fuente: telam

Reeditan “La mujer que escribió Frankenstein”, el celebrado libro de la escritora argentina que aborda la obra de Mary Shelley y reconstruye la sordidez y el clima social y científico de la Inglaterra de la primera mitad del siglo XIX

>Esther Cross (Buenos Aires, 1961) es cuentista, novelista y traductora. Publicó entre otros los volúmenes de relatos La divina proporción, Kavanagh, Tres hermanos, y las novelas Crónicas de alados y aprendices, La inundación, El banquete de la araña, Radiana y La señorita Porcel. Junto con Betina González escribió el libro La aventura sobrenatural, un libro que a través de capítulos breves e intensos cuenta un fenómeno cultural y social que se dio entre 1880 y la Primera Guerra Mundial, cuando confluyeron ciencia, espiritismo, ocultismo y magia en la vida y la obra de artistas, científicos y escritores, fundamentalmente en Inglaterra pero también en el resto de Europa.

Lo que sigue es la transcripción de la charla que mantuvimos semanas atrás durante la grabación del podcast Vidas Prestadas.

— Para los lectores es una alegría la reedición y me imagino que, como autora, debés tener una historia especial con este libro porque, en realidad, debés tener una historia especial con Mary Shelley.

— Sí, tengo una historia especial con ella y con este libro también porque una llega a los libros porque hay varias líneas de la vida literaria que llevan hacia eso. En este caso, esta especie de perfil biográfico. Pero además después son puntos que atraviesan y siguen, nada termina en lo que escribimos todos. Y a partir de este libro, por supuesto, seguí leyendo sobre Mary Shelley y su círculo, y eso abrió una puerta que da como a una especie de habitación que no tiene fondo.

— El libro con Betina es un derivado, es un pariente que se encuentra con todos los parientes de lectura de Betina, por otro lado. Estos big bangs de la literatura. Las afinidades, en las que creo cada vez más profundamente. Y, por otro lado, esta reafirmación o descubrimiento de algo que pasaba inconscientemente en mí, que es la fascinación por las biografías, los perfiles biográficos. Como algo que leí de Matías Serra Bradford el otro día, la biografía como género está en el fondo de los géneros, de la literatura en general. Contar una vida o contar un momento de una vida, en el género que sea.

— Coincido, claro. Durante tanto tiempo se decía que lo que importa es la obra, y sí, por supuesto, pero la vida de un autor también dice mucho. Y la vida de un autor que puede contar el mismo autor, también. Por qué separar tanto, ¿no?

— Es maravilloso porque además podría ocurrir que haya lectores que entren por La mujer que escribió Frankenstein, o sea que entren por la vida de una escritora -si bien tu libro es un cruce entre vida, época y la obra más gloriosa de Mary Shelley-, y podría ir a la obra después. O al revés, como nos pasó a los que fuimos a tu libro después de haberla leído y de haber leído, incluso, biografías de Mary Shelley. Imagino que empezaste leyendo Frankenstein y que fuiste a su autora más tarde.

— Sí, yo llegué a ella mucho después. Mi primer contacto con Frankenstein fue el cine, el bizarro monstruo de Boris Karloff. La novela vino después, en una versión abreviada.

— ¿En serio? Que suerte. Qué bueno haber entrado por ahí. Porque además es como la Piedra de Rosetta, estaban todas las claves ahí, después llegaste a la novela.

— Es maravillosa esa película, cada vez más.

— Entonces me decías que llegaste al monstruo por Boris Karloff.

— Yo entré por Boris Karloff. Después, me di cuenta de chica que estaba La novia de Frankenstein y ahí mi amor por Elsa Lanchester, la actriz. Hay una escena donde está Mary Shelley en Villa Diodati con unos galgos y están Byron y Shelley. Ese fue mi primer contacto. Después, una versión abreviada. Como que hubiera ido en flashback al revés, a la inversa. Después, el Frankenstein verdadero. Y en una relectura, una de las tantas, encontré una biografía de Mary Shelley con el dato del corazón, que me llamó mucho la atención, que es un dato muy discutido si se tiene que incluir o no.

— Se quedó con el corazón de Percy Shelley, así es. Y eso fue lo que yo dije “pero bueno, qué pasó acá”. Leí tantas veces esa novela y no había reparado en eso.

— Resulta raro decirlo así, pero un poquito se estilaba entonces eso de conservar reliquias humanas.

— Yo creo haberlo hablado con vos, pero leí en La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero, que Marie Curie también se quedó con restos de su marido, Pierre Curie.

— Por qué guardamos los dientes de los chicos, el pelito de cuando nacieron.

— Hay algo muy fascinante de tu libro que es cómo recupera una época tan vital, si se puede usar la palabra, para la ciencia. Y en donde para trabajar para los cuerpos vivos había que trabajar con los cadáveres. Y como no había suficientes cadáveres, había profanadores de tumbas que proveían de esos cadáveres y el modo en que empiezan a surgir las mafias alrededor, con la necesidad de ir a profanar lo sagrado.

— Un Doctor House.

— No era cuestión de prueba y error.

— En tu libro vos hablás de Mary Shelley y esa época pero también hablás de nosotros, hoy.

— Algo que me alucina siempre del Frankenstein es esta idea del monstruo compuesto de retazos y cómo eso, como metáfora, puede aplicarse a tantas cosas, empezando por la literatura. Que Mary Shelley haya visto eso me alucina.

— ¿Es la edición en la que aparece su nombre por primera vez esa?

— Uno no puede ser tampoco tan lineal pero ella nació en una casa muy especial con una madre muy especial, la escritora y pensadora feminista Mary Wollstonecraft, a la que no conoció por otra parte ya que murió luego del parto, y un padre también muy especial, el filósofo anarquista y utopista William Godwin. Así que eso de “de dónde sacó esas ideas brillantes”, bueno, venía de un seno particular.

— Mary comienza siendo amante de Percy Shelley, más tarde se convierte en su marido. No era tan común

— ¿Vos pensabas en el sufrimiento de Mary Shelley en su vida? Porque fue una mujer sufrida ¿no?

— Y en el medio, escribiendo el Frankenstein.

La mujer que escribió Frankenstein es un libro relativamente breve pero que tiene tanto y que deja siempre tanto para reflexionar sobre Mary Shelley, sobre el monstruo que ella creó y sobre esa novela maravillosa que anticipó la ciencia ficción, como decías recién. Porque es como una especie de novela faro de la literatura de todos los tiempos, ¿no?

— Que lo hizo imbatible.

— Claro.

— Bueno, de hecho lo llamamos Frankenstein pero porque era el nombre de su creador.

— Lo hemos visto con los nazis. Lo hemos visto con los militares en la Argentina.

— Justamente lo más tremendo es pensar en esa idea de la humanidad de los monstruos, ¿no? En la película inglesa — Yo creo que muchísimo. Y está bien que así sea porque todo puede traer al libro nuevamente. Igual, a mí me encantaría tener la máquina del tiempo para ver cómo habrá sido el primer encuentro de las lectoras y los lectores con el libro, cuando no sabían con qué se iban a encontrar. Porque ahora no debe haber nadie que se encuentre con esta novela sin saber qué es lo que va a leer.

— Ah, no. No saben que va a haber una carta dentro de otra carta y un relato y un testimonio y que se van a cambiar los narradores y que al final no sabés quién persigue a quién.

— ¿Y eso cómo pudo ser elaborado por esta mujer que, según vos contabas recién, en sus diarios apenas mencionaba ese “trabajito”?

— Claro, pero le sigue permitiendo mantener vigencia.

— Con respecto a lo que hablábamos antes, lo que pasó en la época de Mary Shelley, que era tan sustantivo en términos de avance científico, hace pensar también en la actualidad, con esta era de vértigo científico y tecnológico. Entonces creo que se trata de un libro del que se desprenden reflexiones que vienen muy a cuento para lo que estamos viviendo.

— Bueno, ocurrió durante la pandemia de coronavirus, con otra de sus novelas, mucho menos conocida.

— Cuando decís que te gustaría retroceder en el tiempo y verla a ella, a Mary Shelley, ¿qué le preguntarías?

— Más que cómo ella escribió lo que escribió.

— ¿Qué vas a buscar vos a esos tiempos para tu presente? Porque estamos hablando de este libro y también está el que escribiste con Betina González, también en relación a una época en la que había una experimentación con los espíritus, con lo fantástico. ¿Alguna vez te preguntaste si estás yendo a buscar algo de tu propio presente a esos tiempos?

— Eso lo hiciste ya desde tu primera novela, de Crónicas de alados y aprendices, donde tratabas con los artistas del Renacimiento

— Hoy es increíble lo que eso significa porque ya estamos dejando de pensar en la verdad. Ya no existe la verdad.

— Ahora, vos también sos traductora. Traducís mucho y traducís cosas muy buenas. Y cuando uno traduce, lo que está haciendo es llevando a otra lengua la palabra de otro. ¿Cómo te sentís con eso? Sos una escritora que produce mucho y al mismo tiempo trabaja desde lo más íntimo la obra de otro, por decirlo así.

— Sobre la propia.

— ¿No perder tiempo con qué?

— ¿En qué estás trabajando ahora?

— ¿Lo hacés al mismo tiempo?

— Te gustaría ser Mary Shelley.

— Una podría pensar en tu literatura asociada a la narrativa de Bioy, de Silvina, del propio Borges, diría. Una narrativa clara y argentina. ¿Eso es algo que te propusiste, que te proponés? Porque en tu escritura no hay barroquismos, no hay nada rebuscado en el modo en que contás. Y hay una elegancia particular, como elaborada. ¿Es algo que te gusta cuando leés?

— Chirimbolos, como decían antes.

Fuente: telam

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