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31/10/2024

El día que Pablo Escobar posó frente a la Casa Blanca: el narco que desafiaba al imperio

Fuente: telam

En ese momento, las autoridades norteamericanas aún no lo consideraban una amenaza significativa, a pesar de que su organización ya controlaba gran parte del tráfico de cocaína hacia Estados Unidos

>Washington D.C., 1981. La fría capital estadounidense no presentía la ironía que estaba a punto de ocurrir frente a uno de sus lugares más emblemáticos. Un hombre, de contextura robusta, bigote oscuro y expresión tranquila, se detenía junto a su esposa y su pequeño hijo en el Pórtico Norte de la Casa Blanca.

Cinco años antes, Escobar había formado el Cártel de Medellín y, a través de su maquinaria criminal, ya controlaba el flujo de cocaína hacia Norteamérica. Para 1981, los ingresos del cartel ascendían a 400 millones de dólares semanales, y desde su organización se enviaban diariamente hasta 15 toneladas de cocaína al suelo estadounidense.

La respuesta parecería tan simple como paradójica: en ese momento, Escobar era aún un “fantasma” para el sistema estadounidense. Pese a las operaciones que la DEA iniciaba contra el narcotráfico, los principales círculos de seguridad del país no tenían motivos para reconocer su rostro.

Esa foto en el corazón del poder norteamericano no sería la única “burla” del narco hacia los Estados Unidos. Para Escobar, este viaje a Washington fue un símbolo de su inmunidad temporal y de la arrogancia con la que operaba incluso en suelo estadounidense.

Desde su publicación en 2010 en el documental “Pecados de mi Padre”, la imagen ha avivado numerosas teorías: algunos aseguran que su presencia en Washington podría haber sido parte de un encuentro secreto con la CIA para ofrecerse como informante. Sin embargo, Escobar no era alguien que buscara acuerdos con sus enemigos; prefería aniquilarlos. La simple posibilidad de que hubiese intentado colaborar con el sistema va en contra de todo lo que representaba el líder del Cartel de Medellín. Pero, entonces, ¿qué hacía allí?

La única explicación, según su hijo, fue la propia necesidad del narco de demostrar su poder, de enviar un mensaje contundente: “No temo a nadie”. En sus palabras, Escobar se deslizaba por el sistema con una “impunidad” que la historia posteriormente demostraría brutal y sangrienta.

¿Cuánto tardaría el sistema en comprender la amenaza que acechaba en su propia capital? La realidad es que la persecución de Escobar se intensificaría mucho después, cuando su organización escalara los niveles de violencia en Colombia y su figura se convirtiera en el enemigo público número uno de los Estados Unidos, justo en la época en que estallaba la epidemia del crack en los barrios de su nación.

Pablo Emilio Escobar Gaviria fue el líder del Cartel de Medellín, organización que llegó a dominar gran parte del tráfico mundial de cocaína entre los años 1980 y principios de 1990. Nacido el 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, Colombia, Escobar comenzó su carrera en el crimen en su juventud, ascendiendo rápidamente en el mundo del narcotráfico hasta convertirse en una figura clave en la producción y exportación de cocaína hacia Estados Unidos.

Escobar acumuló una enorme riqueza, llegando a ser considerado uno de los hombres más ricos del mundo, según la revista Forbes. Su fortuna estaba acompañada de una brutalidad sin precedentes, ya que utilizaba la violencia extrema y los sobornos para garantizar el control de sus operaciones. Con el lema “plata o plomo”, su organización ejecutaba a cualquiera que se interpusiera en su camino, incluyendo funcionarios del gobierno, policías, periodistas y civiles.

Uno de los temas más polémicos en la vida de Escobar fue su rechazo a la extradición. La Constitución colombiana permitía la extradición de ciudadanos a Estados Unidos, lo cual representaba una amenaza directa para Escobar, que temía terminar en una prisión estadounidense de máxima seguridad.

En un intento por evitar su extradición, Escobar negoció un acuerdo con el gobierno colombiano en 1991, en el cual aceptaba entregarse a cambio de garantías de no ser extraditado. Fue entonces cuando fue recluido en su propia cárcel, “La Catedral,” una prisión construida a su medida, donde disfrutó de lujos y continuó dirigiendo sus operaciones. Cuando el gobierno intentó trasladarlo a una prisión convencional, Escobar se fugó, lo que dio inicio a una intensa cacería para capturarlo.

Fuente: telam

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