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17/11/2024

Los datos sorprendentes sobre meganeura, el insecto volador más grande de la historia

Fuente: telam

Habitó hace unos 300 millones de años y es considerada el “gigante de los cielos”, con aspectos similares a una libélula. Los detalles de la especie que dominaba el aire en los antiguos pantanos del período Carbonífero

>Hace más de 300 millones de años, un insecto de proporciones extraordinarias reinaba en los cielos del mundo primitivo. La meganeura tenía una extensión de alas que superaba los 70 centímetros, y fue el insecto volador más grande que habitó la Tierra.

Con alas largas y provistas de una compleja red de venas, estaba diseñada para vuelos rápidos y precisos, lo que la convertía en una eficiente depredadora.

Según explicó la bióloga Alejandra Pagani, responsable del Área Científica del Museo Egidio Feruglio (MEF) e investigadora del CONICET, a Infobae “lo que más llama la atención de meganeura es su tamaño, así como muchos otros grupos de insectos o de invertebrados que alcanzaron tamaños gigantes por el Carbonífero”.

Y agregó: “Las alas eran largas, estrechas, con nervaduras complejas que les otorgaban rigidez y flexibilidad. Esto le permitía maniobrar de manera muy precisa en el vuelo, algo crucial para cazar a sus presas en pleno aire”, profundizó Pagani. De hecho, la denominación meganeura proviene del griego, que significa “grandes nervios o venas”, en referencia a esta red de venas en sus alas.

Además, la anatomía del tórax tenía características peculiares. “Todo lo que era la parte del tórax, donde van las alas, tenía una forma asimétrica y se estima que eso le ayudaba a cazar mientras volaba”, añadió.

Los ojos de Meganeura son otras de sus características más sorprendentes, que Pagani definió como “bastante complejos, que les permitían una visión muy particular”. ¿Cómo eran? Grandes y sobresalientes, estaban adaptados para mejorar su capacidad de visión en vuelo, un detalle clave para un depredador aéreo.

Además los ojos de meganeura son otras de sus características más sorprendentes, que Pagani definió como “bastante complejos, que les permitían una visión muy particular”. ¿Cómo eran? Grandes y sobresalientes, estaban adaptados para mejorar su capacidad de visión en vuelo, un detalle clave para un depredador aéreo.

Meganeura es frecuentemente comparada con las libélulas modernas debido a su apariencia general, con un cuerpo alargado, alas amplias y adaptadas para el vuelo, y ojos compuestos prominentes. Sin embargo, a pesar de estas similitudes superficiales, no pertenece al grupo de las libélulas actuales, conocidas científicamente como Odonata, sino a un linaje ancestral clasificado como Protodonata.

Las denominaciones científicas subrayan estas distinciones. Meganeura monyi, la especie tipo del género, es una muestra de las características que definieron al grupo Protodonata, con alas amplias y una envergadura de hasta 70 centímetros.

Sobre su dieta, la investigadora explicó que era carnívora y se basaba en organismos pequeños, aprovechando su capacidad de vuelo para cazar. De acuerdo a la información que se lee en la exhibición en el MEF, esta especie también se alimentaba de otros insectos. “En ese momento no comía roedores porque no había, los mamíferos todavía no existían y, probablemente, comerían algún que otro reptil chiquito o anfibios que estaban recién en la conquista de este medio terrestre. Es decir, comía organismos muy pequeños”, detalló.

Por aquel entonces, el planeta estaba cubierto por vastos bosques pantanosos que ofrecían un entorno único para criaturas como Meganeura. Estos paisajes, formados por helechos gigantes, licopodios y equisetos, eran una constante en un mundo cálido y húmedo, sin estaciones marcadas. Sobre esto, profundizó Pagani: “la época en la que vivió Meganeura, en el Carbonífero, proliferaron grandes bosques y pantanos húmedos. Las temperaturas probablemente eran bastante más altas”. Estas condiciones permitieron no solo la proliferación de flora exuberante, sino también la aparición de organismos de tamaños extraordinarios.

Uno de los factores más destacados de este periodo fue la elevada concentración de oxígeno en la atmósfera, que alcanzaba niveles superiores al 30 %, significativamente más altos que el 21 % actual. Este exceso de oxígeno fue determinante para el gigantismo que caracterizó a muchos organismos del Carbonífero, incluidos los insectos.

Además de la vegetación exuberante y los altos niveles de oxígeno, el Carbonífero ofrecía un ecosistema rico en presas, ideal para un depredador aéreo como Meganeura. “Con semejante envergadura de alas, sería muy raro que viviera en ambientes muy boscosos o que fueran bosques cerrados, sino que, se supone, vivía en hábitats un poco más abiertos para poder moverse con comodidad”, explicó la científica.

El gigantismo de los insectos durante el Carbonífero, como Meganeura, generó un intenso debate en la comunidad científica. Una de las teorías más aceptadas sostiene que los altos niveles de oxígeno en la atmósfera, que superaban el 30 %—un 50 % más que en la actualidad—, permitieron que los sistemas respiratorios traqueales de los insectos fueran más eficientes, facilitando su crecimiento a tamaños extraordinarios. Sin embargo, estudios más recientes cuestionan esta explicación exclusiva, proponiendo que los insectos también podrían haber desarrollado adaptaciones fisiológicas que no dependían exclusivamente del oxígeno ambiental.

Los primeros restos fósiles de Meganeura fueron descubiertos en 1880 en Commentry, Francia, un yacimiento rico en estratos del período Carbonífero. Estas capas de roca preservaron con notable detalle las características de esta criatura alada, lo que proporciona un vistazo al pasado remoto de los insectos gigantes. En 1885, el paleontólogo francés Charles Brongniart estudió estos fósiles y fue quien describió por primera vez al género, bautizándolo como Meganeura, que significa “grandes nervaduras” en referencia a la compleja red de venas que caracterizaba sus alas.

Además, en 1940, un descubrimiento en Oklahoma, Estados Unidos, reveló la mayor ala de insecto conocida hasta la fecha, perteneciente a una especie relacionada, Meganeura americana. Este fósil está preservado en el Museo de Historia Natural de Harvard, dan cuenta de la relevancia de estos hallazgos en distintos continentes.

Fuente: telam

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