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12/02/2025

Rosa Montero: “Tengo menos miedo a la muerte ahora que cuando era joven”

Fuente: telam

La escritora española publicó “Animales difíciles”, la última parte de la saga de la replicante Bruna Husky, una androide con los días contados que ella considera su alter ego. Aquí, sus miedos y sus anhelos: “La catástrofe no es inevitable, pero hay una batalla”

>Hace un tiempo, cuando supe que Se ve que muchos pensamos algo parecido porque enseguida, rápidamente, apareció la autora diciendo que de ninguna manera haría eso que ella misma había imaginado, es decir, que le llegara la muerte y que nosotros lo viéramos. Un alivio: si un personaje de ficción no muere en esas páginas, no ha muerto y punto.

Sin embargo, pasarán cosas existenciales en Animales difíciles, la cuarta entrega de la historia de esta replicante “de combate” que empezó en 2011 con Lágrimas en la lluvia y siguió con El peso del corazón (2015) y Los tiempos del odio (2018).

Lo primero que pasará, en este sentido, es que a nuestra Bruna -una androide con sentimientos muy humanos- la envenenaron y hubo que cambiarla de cuerpo. Antes era elástica, fuerte, imponente, lista para la lucha. Ahora es una “rep de cálculo”: sabe cosas que ni sabía que sabe. Pero el físico... bueno. Los humanos sabemos algo de esto, es lo más parecido a envejecer. El cuerpo es otro, más frágil. Y en la cabeza hay tantas cosas...

Como siempre, Bruna deberá resolver un caso pero, como siempre, el tema será existencial y político. Lo existencial: esos cambios en el cuerpo que le han dado una vida más: ya no morirá en la fecha prevista originalmente. Lo político: un mundo cada vez más controlado, cada vez menos humano, con un avance fenomenal de la derecha. Sabemos de qué habla.

También aparece una combativa “presidenta de la región portuguesa” de este gobierno mundial. Es hábil con las palabras y ha bautizado “dongos” a quienes siguen la ideología derechista de Artur Dong, el presidente de los Estados Unidos de la Tierra. Esa dirigente se llama... Clau Pinheiro. A buen entendedor...

Así, las cosas, Rosa Montero atiende a Infobae por zoom, desde su casa en Madrid. Ha estado un poco resfriada, se le nota. Se la ve como siempre, sonriente y enérgica, pero con los rastros de una gripe.

-Bueno, todos los libros de Bruna son en primer lugar existenciales. A mí lo que me atrae del personaje y lo que hace que sea mi alter ego en muchos sentidos, es que sabe cuando va a morir y que no puede olvidarse de la muerte, que es lo que hace el 90 de los humanos, o más. Viven como si fueran eternos, salvo un puñado de neuróticos como Woody Allen, como yo, como Cicerón también, que no podemos olvidarnos de que la muerte existe. Y está el tic tac tic tac del tiempo todo el rato y el viento del tiempo en los oídos. Eso te da esa cosa existencial pero también te da un hambre de vida tremenda, una intensidad de vida tremenda. Yo pago bien a gusto el precio del terror de la muerte por la intensidad de la vida. Ella es así y por eso me siento muy cercana. Es un tema esencial en todos mis libros: reflexionar, sobre la muerte, sobre el paso del tiempo, como el tiempo nos hace y deshace. Porque vivir es deshacerse en el tiempo, ¿no? Y también pensar en el sentido de la vida, si es que hay alguno.

-¿Y vos sentís que tu vida tiene alguno?

-¿Cómo cambia ese sentimiento con los años? Esa idea de mortalidad, no debe haber sido igual a los 40 que ahora, que tenés 74.

-Yo he tenido crisis de pánico desde los 16 años hasta los 30, y luego aprendes que es miedo a la muerte, aunque mientras las vives no tienes esa conciencia: es un pánico puro que no sabes de dónde sale ni a qué. Pero cuando yo tenía 20 años, pues miraba con el rabillo del ojo a la gente mayor de 60 y me horrorizaba. Primero porque me parecían mayorcísimo. Pero, sobre todo, porque decía “joder, míralos, entran y salen, se van al cine, se van a comer, se van a tomarse un vermú, se ríen. ¿Y cómo pueden hacer todo eso cuando están tan cerca de la muerte?” Yo decía: “Si yo estuviera tan cerca de la muerte como ellos, estaría debajo de la cama aullando de pánico, aullando de miedo”. Ahora tengo bastante más que 60. Y no estoy debajo de la cama aullando de pánico. Tengo menos miedo ahora a la muerte que cuando era joven.

-¿Por qué no te animabas a escribir la muerte de Bruna de una vez?

-¿Por qué lo decís?

-Un poco somos todos, plantados, me parece.

-En esta sociedad tan llena de amenazas, de miedos, tan deconstruida, tan enloquecida con los chirridos de las redes, con todas esas miradas enloquecidas, la gente está desarraigada, tiene un problema de identidad muchísimo mayor. Y esto, además, influye mucho para la creación de grupos violentos. Un economista norteamericana que se llama Noreena Hertz publicó en 2020 un libro que se llama El siglo de la soledad, y ahí ella entrevistó a gente de Estados Unidos, extremistas militantes de grupos de extrema derecha. Les preguntó qué era lo que más les gustaba de su militancia en esos grupos. Y le contestaron que la fraternidad, el sentimiento de fraternidad, el sentimiento de pertenencia, el sentimiento de ser alguien. Porque además estos grupos te dan una identidad por la vía rápida, odiando a alguien. De eso se trata esta novela. Y también de la disforia.

-¿De la disforia?

-De alguna manera también es eso envejecer, vas desconociendo tu cuerpo. Esta es la cuarta novela de Bruna Husky, tu alter ego. ¿Cómo evolucionó? ¿Cómo evolucionaron las dos?

-¿Por qué?

-¿Vos sos así, tenés miedo de querer?

-Me imagino que cerraste esta novela antes de que ganara Trump, pero se nota que ves el mundo muy peligroso. Da la impresión de que estás hablando de eso.

-¿El peligro es por la derecha y por la inteligencia artificial?

-Algo pasó para que llegáramos esto.

-Y te preocupa la inteligencia artificial.

-¿Cómo es eso?

-¿Estamos condenados?

Fuente: telam

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