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26/05/2025

¿Las tormentas solares son peligrosas para las comunicaciones en la Tierra? La respuesta de los expertos

Fuente: telam

Las erupciones de alta energía que emite el Sol durante su fase más activa podrían incidir sobre redes satelitales, sistemas de navegación y equipos electrónicos sensibles. Las advertencias de los especialistas

>Nuestra estrella está desde el año pasado atravesando unEl 14 de mayo, el Observatorio de Dinámica Solar de la NASA detectó una de lasLa eyección de masa coronal que acompañó el evento, cuya extensión superó los 967.000 kilómetros, generó fallos temporales en sistemas de radio de alta frecuencia y alteraciones en varios satélites. La forma de esta estructura, que se desplegó como unas alas extendidas, fue denominada “Ala de Pájaro” por la comunidad científica.

Tamitha Skov, física espacial vinculada a la NASA, adelantó que se esperan más eventos turbulentos durante los próximos días, y explicó el alcance del fenómeno: “Sí, estamos recibiendo un impacto rasante de la enorme tormenta solar ‘Ala de Pájaro’, que pasa principalmente al norte de nosotros. Esperábamos alguna perturbación, pero es una tormenta tan grande que está dejando una estela muy fuerte. Es posible que se registren nuevamente niveles G2 en las siguientes semanas”, señaló.

Según Skov, ese tipo de configuración indica una eyección amplia y con alto potencial de interacción con la magnetosfera terrestre. Esta interacción es el punto de partida de una tormenta geomagnética, fenómeno que puede tener consecuencias directas en la infraestructura tecnológica del planeta.

“Una tormenta solar o también denominada tormenta geomagnética, se produce cuando grandes cantidades de energía electromagnética o partículas cargadas (protones y electrones) viajan desde el Sol e interactúan con el campo magnético terrestre (incluso con las capas superiores de nuestra atmósfera)”, explicó a Infobae el astrónomo Diego Bagú.

“Son grandes cantidades de energía, es decir, todo tipo de energía electromagnética, como ser ondas de radio, rayos X, rayos gamma, como así también partículas cargadas eléctricamente. Las tormentas se producen básicamente por dos fenómenos originados en el Sol: una gran emisión de radiación electromagnética (las llamadas “erupciones solares”) y una gran emisión de partículas, es decir, materia (protones y electrones)”, amplió el experto.

Según indicó Bagú, cuando ambos fenómenos (gran cantidad de radiación electromagnética y de partículas con carga eléctrica) interaccionan con el campo magnético terrestre, también interactúan con los satélites y, obviamente, por una cuestión eléctrica, afectan su funcionamiento electrónico. Por otro lado, el campo magnético terrestre “conduce” o “arrastra” todas esas partículas hacia las zonas boreales y australes cercanas a los polos magnéticos terrestres, haciendo que interactúen con las capas superiores de nuestra atmósfera, produciendo diversas descargas eléctricas que resultan en las famosas auroras.

Para el astrónomo Claudio Martínez, “las tormentas solares son momentos en donde hay expulsiones de materia del Sol hacia el espacio. Este año estamos en el máximo de actividad solar del ciclo 25, así que por eso hay más probabilidad de que haya tormentas solares fuertes”.

Cuando las partículas cargadas del Sol alcanzan la Tierra, modifican el campo magnético y provocan una serie de alteraciones. Los efectos incluyen desde interferencias en las señales de radio hasta errores en los sistemas de navegación por GPS, según los expertos. En los casos más extremos, pueden producirse fallos en transformadores eléctricos, lo que afecta el suministro de energía en regiones de alta latitud.

La atmósfera superior también experimenta cambios que impactan sobre las rutas de propagación de las ondas electromagnéticas, situación que compromete especialmente los vuelos comerciales en zonas polares. Cabe recordar que las comunicaciones de alta frecuencia resultan esenciales para la navegación y la seguridad aérea.

Esta fase se caracteriza por una mayor cantidad de manchas solares, una intensificación de las erupciones y un aumento en la probabilidad de que estas se orienten hacia la Tierra.

El máximo solar implica un cambio en la polaridad del campo magnético del Sol y marca la transición de un período de baja actividad a uno con eventos frecuentes e intensos. Durante esta etapa, las regiones activas del hemisferio solar apuntan con más frecuencia hacia el planeta. La comunidad científica ya identificó en la cara opuesta del Sol al menos cinco áreas con manchas solares, entre ellas una de magnetismo unipolar que comenzó a girar hacia la Tierra. Este movimiento amplifica las posibilidades de que nuevas erupciones de plasma impacten en el entorno terrestre.

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la NASA confirmaron que, aunque la mayor parte del material expulsado por la reciente tormenta se alejó del planeta, una porción importante se aproximó lo suficiente como para generar perturbaciones significativas.

Las observaciones se realizan mediante una red de satélites que monitorea en tiempo real la intensidad y dirección de los eventos solares. A través de estos instrumentos, las agencias científicas emiten alertas anticipadas con un margen que puede oscilar entre horas y días.

Katie Stack Morgan, científica interina del proyecto Perseverance en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, destacó la necesidad de incorporar el clima espacial como variable estratégica.

Llevamos más de cuatro años explorando Marte, y cada tubo de muestra lleno que llevamos a bordo tiene una historia única y fascinante que contar”, dijo al referirse al impacto de eventos solares en misiones espaciales. Este tipo de fenómenos no solo afecta a la infraestructura terrestre, sino también a sondas, telescopios y astronautas que operan fuera de la protección de la atmósfera.

En este contexto, las auroras boreales y australes, aunque visualmente espectaculares, indican un aumento en la actividad geomagnética y se han reportado en zonas no habituales como el norte de Europa y el sur de América del Sur.

La Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos estimó que un fenómeno de esa magnitud podría generar daños por cientos de miles de millones de dólares, al afectar servicios esenciales como el agua potable, la refrigeración, las telecomunicaciones y el sistema bancario. Aunque la tormenta actual no alcanzó ese nivel, sirvió como recordatorio del impacto potencial del clima espacial.

Según el portal especializado Halo CM, este vínculo se estableció el 17 de mayo, tras el cruce de un límite sectorial, lo que elevó la probabilidad de nuevos episodios. Las eyecciones de masa coronal como la del “Ala de Pájaro” tienen capacidad para extenderse por millones de kilómetros, desplazarse en abanico y alcanzar no solo la Tierra, sino también otras zonas del sistema solar. Cuanto más frontal es la erupción, mayor es el impacto sobre el planeta.

Las tormentas solares, aunque naturales, forman parte de un entorno espacial que se volvió central en la vida moderna.

Fuente: telam

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