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08/11/2025

“El cambio comenzó, aunque no se vea”: la transformación silenciosa de la sociedad cubana bajo el control estatal

Fuente: telam

Un informe elaborado por CubaData y la Universidad de San Martín de Porres puso el foco en el concepto de ‘disidencia latente’. “El miedo sigue, pero convive con la desobediencia interior”, afirmó su autor, Arístides Vara Horna, en diálogo con Infobae

>La estabilidad aparente del régimen cubano contrasta con un proceso de transformación social latente que desafía el relato oficial, según reveló un estudio de CubaData y la Universidad de San Martín de Porres (USMP).

“El miedo ya no explica el silencio cubano. El miedo sigue, pero convive con la desobediencia interior”, afirmó Arístides Vara Horna, director del Instituto de Investigación de la USMP e investigador principal de CubaData, en diálogo con Infobae.

El fenómeno de la disidencia privada en Cuba se expresa, según recoge el informe, en la decisión de cada vez más ciudadanos de expresar desacuerdo con el sistema solo en ambientes íntimos, lejos de la confrontación directa.

El estudio subrayó que la mayoría de los participantes desconfía de los canales oficiales y recurre a fuentes alternativas de información. “La gente empieza a informarse por su cuenta, se desconecta emocionalmente del relato oficial, construye autonomía en pequeños gestos cotidianos”, destacó Vara Horna a este medio.

El estudio, elaborado por un equipo internacional de investigadores repartidos entre Lima, Madrid, Miami y diversas provincias cubanas, enfrentó importantes desafíos para garantizar la protección de los participantes en un entorno donde la censura digital, los apagones y la vigilancia estatal persisten. “No fue un trabajo sencillo. Levantar datos independientes en Cuba implica riesgo, paciencia y un profundo respeto por quienes colaboran. Pero el resultado demuestra que el cambio no es una foto, es una película”, destacó Vara Horna.

A pesar del impacto del aparato represivo, la encuesta refleja que los mecanismos de control pierden eficacia emocional. “El miedo se transformó: ya no paraliza, solo regula la forma de expresarse. Hoy, el 58% dice que perdió el miedo a hablar en privado de política, y el 59% confía en su círculo cercano para tratar estos temas”, indicó Vara Horna. Esta disposición a conversar aparece ligada a mayores niveles de empatía y mayor desapego respecto al régimen.

“En Cuba, la principal herramienta de control ya no es solo la represión directa, sino la dependencia económica del Estado. A mayor dependencia estatal, menor empatía hacia los presos políticos y menor intención de protesta. El emprendedor es el nuevo disidente, no por ideología, sino por supervivencia”, analizó el autor.

Respecto al futuro político, la mayoría de los entrevistados manifestó escepticismo ante la posibilidad de reformas gubernamentales, aunque existe un extendido deseo de mayor libertad y apertura. El 78% de los encuestados prefiere la democracia como sistema, aunque un 49% acepta la idea de “un líder fuerte a cambio de orden” en un contexto marcado por la memoria traumática del llamado Período Especial.

— ¿Cómo fue realizar este trabajo? ¿Cuánto tiempo le llevó?

Detrás hay un equipo de investigadores distribuidos entre Lima, Madrid, Miami y distintas provincias cubanas. No fue un trabajo sencillo: levantar datos independientes en Cuba implica riesgo, paciencia y un profundo respeto por quienes colaboran. Pero el resultado vale la pena: no es una foto estática, sino una película de la sociedad cubana en movimiento.

— El mayor obstáculo no fue la gente, sino el entorno digital. La censura y los apagones eléctricos son constantes. El gobierno bloquea dominios, corta accesos, interrumpe conexiones. Por eso usamos plataformas espejo, encriptación y redes seguras de confianza.

— ¿Cuál considera que es el mayor hallazgo del estudio?

Pero lo interesante no es el rechazo, sino la transformación que hay detrás: la gente está cambiando sin pedir permiso. Empieza a informarse por su cuenta, a desconectarse emocionalmente del relato oficial, a construir pequeñas formas de autonomía. El cambio ya no se mide en marchas o consignas, sino en cómo cada persona decide pensar por sí misma.

— ¿Cómo define la “disidencia latente”? ¿Por qué persiste?

Esa disidencia persiste porque la legitimidad del Estado se agotó. El 74% de los cubanos ya no se siente parte del proyecto revolucionario, y el 91% cree que el gobierno no escucha a la gente. Además, el 85% busca información fuera de los medios oficiales, aunque 70% tampoco confía plenamente en los medios opositores. Y hay un dato muy revelador: 65% siente empatía con los presos políticos. Eso no es militancia: es un cambio moral profundo, una forma de decir “esto no está bien”, incluso sin pronunciarlo en voz alta.

La disidencia latente persiste porque, aunque el deseo de cambio es masivo, la gente vive en una contradicción pragmática. Por ejemplo, mientras el 78% prefiere la democracia, un 49% aceptaría un líder fuerte a cambio de orden. Es el eco del trauma del Período Especial. Además, la sociedad está fragmentada. Nuestro análisis identifica “Cinco Cubas” ideológicas, donde el grupo más grande (43%) son los “No alineados”: son críticos, pero el miedo aún los paraliza. La disidencia es latente porque esta es la mayoría silenciosa.

— ¿Qué implicaciones tiene esta disidencia latente para el futuro de Cuba?

El hecho de que el 58% haya perdido el miedo a hablar en privado es clave. Nuestros datos demuestran que ese simple acto de hablar de política con amigos y familia es un motor de cambio. Encontramos una correlación directa: quienes más hablan de política, también tienen mayor empatía hacia presos políticos, mayor intención de protesta, y perciben menor legitimidad del gobierno. La conversación privada está creando la infraestructura de la resistencia.

— ¿Sigue funcionando el aparato represivo del régimen? Y si es así, ¿hasta cuándo?

El aparato represivo sigue funcionando, pero ha perdido la batalla narrativa. Cuando el 65% de los cubanos siente empatía por los presos políticos, significa que la etiqueta de ‘mercenario’ o ‘enemigo’ que usa el régimen ya no funciona. La gente no ve ideología, ve a un ser humano sufriendo. Es un cambio de la brújula ideológica a la brújula moral. Y ese es un punto de no retorno para cualquier sistema autoritario.

Algo importante es que hemos identificado que la principal herramienta de control ya no es solo la represión, sino la dependencia económica estatal. Nuestro modelo estadístico es claro: a mayor dependencia económica del Estado, menor es la empatía hacia los presos políticos, menor el uso de redes sociales para informarse y menor la intención de protesta. El análisis de “Las dos fuerzas” lo visualiza: el perfil del “Control” son los trabajadores estatales y los jubilados. En contraste, el perfil de la “Resistencia” son los independientes, cuentapropistas, desempleados, estudiantes, jóvenes, y comunidad LGTBQ+. El aparato represivo funciona mientras mantenga esa dependencia material.

— Sí. Lo que encontramos es que la resistencia en Cuba ya no es política, sino existencial. Hay tres tipos de disidencia emergente:

Económica, porque el 53% busca autonomía trabajando fuera del Estado.

Y de esas tres, la “emocional” es la más poderosa. La narrativa oficial se basa en la ideología, pero nuestros datos demuestran que la ideología tiene muy poco poder predictivo. El factor número 1 que predice la “intención de protestar” no son las creencias democráticas, es el “apoyo a presos políticos”. La indignación moral, no la ideología, es el verdadero motor del cambio en Cuba. Esa es la dinámica que el régimen no puede controlar.

Esta es la “política de lo invisible”, la que ocurre en la intimidad de los hogares, en los grupos de WhatsApp, en los pequeños gestos de solidaridad. El cambio en Cuba no está en las consignas, está en la conciencia. La gente está construyendo libertad sin gritarla. Y cuando eso ocurre, ya nada vuelve a ser igual.

Fuente: telam

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