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19/02/2025

La experiencia transformadora de tres jóvenes extranjeros que realizaron tareas como voluntarios en la Argentina

Fuente: telam

Cada año el país recibe entre 600 y 1.000 voluntarios del exterior para participar de proyectos sociales, ambientales y educativos. El movimiento cobró especial relevancia en los últimos años, cuando comenzó a atraer principalmente a jóvenes de entre 18 y 30 años, según un estudio realizado por la Fundación SES, a través de su programa Subir al Sur. Un ecuatoriano, un francés y una alemana conversaron con Infobae y cuentan porqué vinieron a la Argentina

>“Yo creo que el voluntariado es la experiencia más humana que puedes tener, porque empiezas a valorar todo lo que tienes y a ver otras realidades que el mundo no te muestra. Quizás vives en una burbuja, pero más allá están pasando muchas cosas y hay que ser consciente de ello, además de entender y proponer un cambio”, cuenta el ecuatoriano Carlos Benavídez, uno de los cientos extranjeros que eligieron la Argentina en el último año a la hora de embarcarse en un proyecto de voluntariado internacional.

De acuerdo con el mismo informe, el 43,75 % de los voluntarios internacionales provienen de Europa y Asia Central, mientras que el 29,17 % proceden de América del Norte. Además, se registró un interés creciente desde América del Sur, lo que sugiere un fortalecimiento del intercambio regional. Este flujo de voluntarios cuenta con el respaldo de una red sólida de organizaciones sociales y comunitarias en el país.

“Siempre hay algo particular de nuestra cultura que interesa a los voluntarios y voluntarias. A veces, el atractivo está vinculado al fútbol, otras, a temas de derechos de género y agenda vinculada a derechos e identidad. A veces, otros temas tienen que ver con que son personas de otros países que tienen padre o madre migrante, que podrían ser de Perú o de Bolivia, y viven en Alemania; en esos casos, se interesan por Latinoamérica y ven a la Argentina como una opción interesante. Muchas veces el idioma es otro factor: buscan mejorar su español. En muchos colegios les enseñan español y eso también los motiva”, explica la coordinadora de la Fundación SES, organización de la Sociedad Civil que desde 1999 trabaja en la Argentina y América Latina por la promoción y restitución de derechos de las adolescencias y juventudes.

La voluntaria destaca que no solo ayuda en Puentes de Luz, sino que también recibe mucho a cambio. “Es hermoso ver cómo mis compañeros de trabajo me ayudan con el idioma y cómo tienen tanta paciencia conmigo. Además, son mis mayores apoyos. Cuando aprendo una nueva palabra, se alegran más que yo. Mis compañeros son una de las principales razones por las que me encanta mi trabajo en Puentes”, relata. Cuando llegó al país no entendía una palabra de español, sin embargo logró comunicarse con los niños. “Ellos tienen una manera de comunicarse sin palabras, observando los rostros, los gestos, las expresiones e incluso los sonidos. A veces creo que entienden más que quienes pueden hablar perfectamente. Aprender a interpretar esta forma de comunicación me ha permitido entender el mensaje detrás de las palabras de los demás. Esta es una lección muy valiosa para mi vida. Y eso no es todo: cada día aprendo más sobre los chicos y las lecciones que no se pueden aprender en una escuela o en una universidad. Por eso, ningún día en Puentes de Luz es aburrido. Un voluntariado es una lección para la vida. Uno ofrece su ayuda, pero recibe cosas mucho más importantes”.

Luise terminó el secundario en Bergisch Gladbach, su ciudad natal en Alemania, muy cercana a Colonia. Decidió venir porque no quería seguir estudiando en lo inmediato. “Quería venir a otro país y aprender un idioma nuevo, sobre una nueva cultura. Elegí la Argentina porque me interesa el idioma y la cultura. Pero la razón más importante se debió al trabajo de Puentes de Luz, que me interesa mucho”.

El voluntariado internacional tiene sus orígenes en el período de entreguerras, cuando surgió como una respuesta para reconstruir ciudades y promover la paz en un contexto de devastación. Tras la Segunda Guerra Mundial, esta práctica se consolidó con el apoyo de organismos como las Naciones Unidas y redes internacionales de la sociedad civil, entre ellas ICYE y CCIVS. Desde entonces, fue evolucionando hasta convertirse en un movimiento global que fomenta la interculturalidad y la cooperación entre países. Al principio se daba dentro de un mismo continente y desde el 2000 comenzó a ampliarse y conectar con hemisferio norte con el sur.

Según Mariela Ortiz Suárez, este tipo de voluntariado internacional se realiza en la Argentina aproximadamente desde el 2000. “Principalmente está motorizado por redes internacionales o programas de Estado, que pueden ser europeos, asiáticos, canadienses o estadounidenses. A veces son universidades que generan recursos porque es un voluntariado, a diferencia de otros, requiere financiamiento”, explica. Los recursos vinculados a la manutención tienen que estar cubiertos por algún actor, institución o el mismo voluntario. “Nosotros acá tenemos voluntarios que pagan por venir”, asegura la coordinadora del programa Subir al Sur, que lleva 12 años de labor y al tratarse de un terreno poco explorado decidieron embarcarse en esta investigación. Así pudieron identificar que hay más organizaciones desarrollando esta tarea de diferentes formas, con distintas alianzas y roles dentro del ecosistema de las instituciones que intervienen para que una persona voluntaria pueda salir de un país, ir a otro y quedarse en un período para hacer tareas voluntarias en un proyecto.

Según el informe de la Fundación SES, este fenómeno tiene el potencial de seguir expandiéndose, especialmente en el ámbito regional.

El francés Thomas Aubineau, de 27 años, estuvo en Buenos Aires a lo largo de un año. Desde su ciudad de Annecy, conversa con Infobae sobre las razones que lo motivaron a elegir la Argentina, mientras buscaba sumar una experiencia profesional en América Latina. “Me llamó mucho la atención de Argentina la fuerza de la sociedad, que pude observar como estudiante. Los cambios que la sociedad civil puede provocar en el país. Me pareció muy inspirador, por ejemplo, la marea verde en la lucha para el aborto o el movimiento Ni una menos, el movimiento para el clima. Entonces, todos esos movimientos sociales los estuve observando durante muchos años”, expresó Thomas, que antes de viajar había terminado una maestría en Relaciones Internacionales. Él también estaba interesado en llegar para las elecciones, el primer año de gobierno y observar con sus propios ojos el impacto en la sociedad. No siempre es el atractivo turístico lo que más convoca por estas latitudes. Él trabajó dentro de la misma Fundación SES, por la temática de un proyecto llamado La descolonización del voluntariado internacional, que se basa en la búsqueda de fondos más justos y procesos de visas más accesibles para los voluntarios del sur, África y Asia, entre otras iniciativas.

Respecto del concepto de descolonización del voluntariado, ahonda: “Tiene que ver con eso de promover un voluntariado un poco más mutuo y donde, cada persona en el mundo puede enseñar, pero también aprender cosas de cada sociedad, cada comunidad. Romper con esa idea de que las soluciones van a llegar de Europa y en cuanto a los países que llamamos del sur, como América Latina, Asia y África, romper con la idea de que las soluciones no pueden venir de esas partes del mundo porque tendrían menos plata o más problemas”.

Si bien el país se convirtió en un destino atractivo para el voluntariado internacional, enfrenta importantes desafíos administrativos y estructurales que limitan su desarrollo pleno. Entre los principales obstáculos se encuentran los complejos trámites migratorios para voluntarios extranjeros y la falta de políticas específicas que regulen y promuevan esta práctica.

El 78,7% de las organizaciones de la sociedad civil (OSC) encuestadas afirmó que sus proyectos están alineados con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. Este dato refleja un compromiso con metas globales como la educación de calidad, la igualdad de género y la reducción de desigualdades.

Una representante de una OSC entrevistada para el estudio señaló: “Es increíble ver cómo las barreras y las diferencias culturales se borran por momentos y todos nos encontramos aprendiendo en el hacer”.

Fuente: telam

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